Diez años hace que me interesé por la música y le lloré a mi viejo que me compre mi primera guitarra, misma que hoy tiene nombre y apellido, y que por mucho tiempo fué la medida en la que me interesaban las cosas.
Pasé desde los primeros y torpes acordes a las octavas y decimas, de los punteos con metrónomo al tapping chapucero y egocéntrico. Nunca encontré a la persona idónea para la composición, tarea harto laboriosa y frustrante, cuyos obstáculos son más llevaderos entre dos. Pudo ser el bueno de Miguelito, pero él está hoy muy lejos, y Harrison se murio antes de que yo pudiera conocerlo.
Desesperado, he echado mano de alternativas de emergencia, creando un clon con el cual asumo cierta concordancia musical (ni con Chino Perales, eterno principiante; ni con Elio Cobain, monstruo de acordes y velocidad inalcanzables; ni con Comegato, ni con el viejo Sucio; ni contigo Narizón, desorejado de mierda).
Actualmente en proceso de engorde y crecimiento, lo estoy adentrando en las artes del lado oscuro. Zeppellin durante el día y los Doors a la hora de la siesta. A escondidas de su vieja, le cambio el disco de Barney por los gruñidos de Hetfield.
Es mi amor y mi esperanza. Es mi hijo.
1 Comments:
Qué lindo texto... entré por casualidad por la página de beatlesperu. Esto que has puesto es bastante profundo y simpatico.
Te espero en los foros.
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